martes, septiembre 18, 2007

REVISTA NARRATIVAS Número 8


REVISTA NARRATIVAS
Ya está en línea el número ocho de Narrativas. Revista de narrativa contemporánea en castellano. Este número está especialmente dedicado al escritor Enrique Vila-Matas.
Mi enhorabuena a Magda Días Morales y a Carlos Manzano, por su magnifico trabajo y agradecerles la oportunidad de colaborar una vez más con ellos.
Se puede descargar el número aquí: REVISTA NARRATIVAS
Índice:
EXPLORANDO LOS ABISMOS DE ENRIQUE VILA-MATAS
Explorador de abismos: Retrato realizado por el artista mexicano Ricardo Olvera. Técnica mixta: acuarela y lápiz de color.Entrevista a Enrique Vila-Matas, por Ana SolanesUn catálogo de ausentes, por Enrique Vila-Matas
LECTURAS:
Un espía de letras. Nota sobre el viajero más lento que amaba a Carmen Miranda, por Antón Castro.
Vila-Matas, viaje alrededor, por Miguel Sanfeliú
Pasavento o Matrix - una lectura, por Luisa Miñana
Algunos apuntes sobre El viento ligero en Parma, por Julio Salinas Lombard
Reseña de "Un Vila-Matas abreviado. Historia abreviada de la literatura portátil", por Blanca Vázquez
Reseña de "El mal de Montano", por Magda Díaz y Morales
Reseña de "Doctor Pasavento, por Gatito viejo
Reseña de "Exploradores del abismo", por Faustino Ángel Sánchez García
“Roxanne”, por Blanca Vázquez
ENSAYO:
La figuración circular del tiempo en la historia según Pao Cheng, por Omar Espinosa CisnerosUniverso finito. Antología del minicuento, por Homero Carvalho OlivaSócrates: diálogo frente a escritura. Notas al Crátilo de Platón, por Eugenio Sánchez Bravo
RELATO:
"El circo nunca muere", por Gabriel Báñez
"Mario", por Fernando Sánchez Calvo
"La garrota", por José Marzo
"Doctor Paracelso", por Carlos Montuenga
"Sarto", por Genoveva Arcaute
"Actrices y debilidades, o vidas nebulosas", por Javier Guerrero Rodríguez
"Microcuentos", por Homero Carvalho Oliva
"La corriente", por Rolando Revagliatti
"Los pequeños", por Salvador Alario Bataller
"Flor de Capomo", por Paul Medrano
"El reloj de arena", por Carmen Fernández Etreros
"De una noche de verano", por Sergio Borao Llop
"El taquígrafo de versos", por Juan Carlos Márquez
"Marcela", por Mónica Gutiérrez Sancho
"El mural de la cantina", por Lilia Morales y Mori
"Yo te perdono", por Francisco Ortiz
"El zapato", por Miguel Rodríguez Otero
"Mi primera biblioteca", por Marta Navarro
"Como sólo tú sabes", por Fernando García Pañeda
"Amigos a la fuerza", por Javier Menéndez Llamazares
"Putrefacto", por Emilio Gil (Jio)
"Chivos expiatorios", por Ahmed Oubali
"La oración bajo el agua", por Diego Chozas
"Vecinos per versos", por Gustavo Marcelo Galliano
"Dos relatos", por Lady López
"Líder", por Luis Emel Topogenario
"Arquitexturas urbanas", por Héctor Huerga
ENTREVISTA:
Entrevista a Angélica Gorodischer, por Sandra Becerril
RESEÑAS:
“Museo de la soledad” de Carlos Castán, por A. Castro
“Muertes de andar por casa” de Fernando Sánchez Calvo, por Ana Gorría
“El príncipe negro” de Iris Murdoch, por M. Aixa Sanz
“Mascarada” de Javier Munguía, por Caballero de Tauro
“Santuario”, de Edith Wharton, por A. Iruela Vara
Novedades editoriales

miércoles, septiembre 12, 2007

VÉRTIGO

Sueños recurrentes. Creo que desde el primer día que me dormí he tenido sueños recurrentes. Muchos. Y desde que despierto esto ha producido un efecto lógico, para mí, ilógico para casi todos. Me ha llevado a padecer terrores recurrentes, ansias recurrentes y esperanzas recurrentes.
No sé cuando fui consciente de que mi onírica y recurrente situación transformaba mi día a día, influenciado hasta límites extremos por esas experiencias vividas con los párpados bajos y las pestañas pegadas.
No me psicoanalicen, por favor. No tengo ganas, ni tiempo, y es probable que me entre sueño y ya se imaginan, vuelta a empezar.

He pasado la fase de las pesadillas, de correr, gritar y escapar. El miedo a que acontecieran esos mismos sucesos, me transformó en una experta exquivadora de terrores. Miraba por las esquinas, observaba mis espaldas, con el aliciente del que tiene algo interesante por cumplir, tenía una meta. Pero no ocurría nada, salvo que con el paso de los meses me hice una experta esquivadora de sombras, ruidos, olores e incluso suspiros o humos de cigarrillos. Y sentía la adrenalina a flor de piel, cada vez que volvía a casa, a mi sofá y caía agotada por el cansancio de la jornada. Y dormía. Y soñaba. Y corría. Y no pasó nada.

Luego llegó el amor, al parecer dormía al lado del hombre equivocado y un antiguo amante era el hombre correcto. Esto me llevó más de un millón de horas de dudas, no tanto por mi relación del momento, sino por el hombre en cuestión ¿Ese? Pero el sueño era recurrente, lo que significaba algo. Algo habría quedado suelto entre nosotros. Luego lo supe. Él nunca me había querido, o eso creo y yo sí. Nunca me lo dijo y en mis sueños tampoco me lo dice, aunque me mire así, como me miró siempre.
Tengo vértigo. Este es el último. Temo caer a todas horas, tengo la sensación de estar mucho más alto de lo normal. Camino subida en zancos, en escaleras. Camino sobre blando y no es algo agradable, incluso prefería cuando salían y escupía de mi boca miles de metros de tiras de algodón.
El vértigo es una sensación entre el mareo y la nausea. Cada vez salgo menos, cada vez camino menos, cada vez duermo menos. Temo caer en la calle, pero temo mucho más caer dentro del sueño y que no haya nadie para levantarme.


Perdonarán la paranoia es lo que pasa cuando una se sienta a escribir un sábado sin sueño recién llegada a casa a las 5:00 AM...