viernes, diciembre 30, 2005

He vuelto de la isla desierta



Perdonad mi ausencia estos días, en cuanto se encendieron las luces horteras por todas partes me marché por la noche hasta la isla desierta lejos de todo. Ni siquiera me llevé maleta. No sabéis lo tranquila que estaba, sola, decidiendo entre meter los pies en la orilla o mirar al horizonte. A los días de tranquilidad extrema y absoluta me di cuenta que no tenía mucho sentido permanecer eternamente sentada mirando a ningún sitio.

Me puse mi traje de niña y volví nadando ayudándome de mis bracitos pequeños y pataleando con grandes dificultades. Siguen las luces, ahora disfruto de ellas, pego las narices a los escaparates y quiero que empiece el 2006, con todo lo que ello puede suponer, con el miedo, la incertidumbre y el gusi gusi en el estómago de estrenar mi bloc lleno de hojas nuevas y pegaditas, quiero que empiece para que todo lo malo se pierda, aunque no se olvide, y sobre todo para que los Reyes me traigan muchos regalos. No he sido tan mala...

Feliz Año Nuevo

Un beso,

Mónica

viernes, diciembre 16, 2005

La inteligencia de los perros...

...O lo que algunos ingenuos llaman instinto.

Siempre he pensado que los perros son más inteligentes que muchas personas, pero muchas, muchas. Y la respuesta siempre es la misma: 'No, no, es puro instinto'. Narices instinto. Si un perro se sienta al gritito histérico de sit y seguido de la palabra patita levanta la pata , con sólo unos pocos meses, cuando los humanos no sabemos ni hacer gu gu y es premiado con un hueso, palo, galleta perruna, etc demuestra ser muy listo. 'Las gilipolleces que me hace hacer, pero yo me pongo pua a galletas'. Estoy segura que piensan cada vez que saltan o giran con aire circunspecto.

Otra lección es tumbarse, yo me he dejado de palabras extranjeras porque al gritito mágico Jazz se tumbaba pero panza arriba y se despatarraba por completo enseñando sus cuatro pares de tetillas y demás naturalezas femeninas y no me parecía fino. Ahora le digo 'sientate y quédate quieta' y cuando ve que no hay más cera de la que arde ella misma se tumba como la dama que es por puro aburrimiento.

Sólo sube al sofá cuando está vacio, si el sofá está ocupado se larga a su puf gigante y se desparrama como si hubiera caido del techo. El puf que me acogió hace ya mil años y fue mi primer asiento en un apartamento al que aún había que darle vida, llenarlo de muebles, vivencias y paranoias. ¿Te acuerdas de mi tronito Kiko, amigo cercano y casi siempre lejano en la distancia? (un beso) Pues eso, ahora es el de ella...

Un bebe hace que te levantes de la cama si llora, un perro llora y te hace levantar de la cama, ponerte el plumas, bajar a la calle con un frío polar los domingos por la mañana con tal de que no de rienda suelta a la naturaleza en el pasillo. Y lo saben. Y los domingos que has salido la noche anterior lloran antes.

Los que se hacen el muerto son otra historia. Yo conozco a uno que estoy segura que lo hace en espera utópica de que la plasta de niña que tiene por dueña lo de por fallecido y poder pirárselas. Yo lo haría y él me parece bastante más inteligente que yo.


Un beso para vosotros y palmadita en el lomo y galleta para ellos, que se las ganan con creces.

jueves, diciembre 08, 2005

Quinto párrafo

Compartir el quinto párrafo de la página número 23 del libro que estés leyendo en este momento.

Esta iniciativa no es una idea mía, la leí en uno de mis paseos habituales por el blog 'Cosas que Pablo no sabe' que a su vez que ya venía de otros lares. Me encantó. Me pareció una manera original y sencilla de ver que libro tenemos todos los que por aquí paseamos en nuestra mesilla de noche, al lado del odiado despertador y de los rulos. Así que a dejar el teclado por un minuto y copiarlo ¿vale? Seguro que encontramos el que le suplantará y será el siguiente.

' La madre cuenta:
- Hace un mes o dos, ya no me acuerdo, estaba en la habitación de Dô, llegasteis para cenar, Paulo y tú. No di señales de vida. Me ocurre a veces, vosotros no lo sabéis, para poder veros juntos a los tres, me escondo en la habitación de Dô. Thanh llegó, como de costumbre, puso encima de la mesa el thit-kho y el arroz. Y salió.'

El amante de la china del Norte. Marguerite Duras