miércoles, enero 25, 2006

viernes, enero 20, 2006

La insoportable levedad del ser

Es la segunda vez que leo este libro, y como ya sabía lo que iba a ocurrir me preparé para ello. Me siento en la obligación de avisaros. A las pocas páginas de la novela, te comienza a embargar una dosis tan fuerte de realidad que se sube desde las plantas de los pies hasta los pelos de la cabeza, y casi sin darte cuenta, cuando más a gusto estás enfrascada en la historia, te ha cubierto por completo.
Milan Kundera mezcla filosofía, amor, desamor, historia, realidad y ficción a partes iguales, y el resultado es una historia de amor, analizada desde tantos ángulos, que sus protagonistas sacan al exterior todos los miedos, sentimientos y secretos que ni ellos mismos conocían y sensaciones que nunca pretendieron que afloraran. Los descubren ellos y también el lector. Es un libro que desde su primera página te hace reflexionar.

La novela nos narra la historia de amor de Teresa y Tomás, protagonistas principales entremezclada con la historia de Sabina y Franz. Sabina es la eterna amante de Tomás.

Tomás es un adicto a la infidelidad con una obsesión: no atar su vida a la de otra persona. Teresa convive con este carácter, y se consume cada día un poco más, por el miedo que esto le produce, la absoluta y continua sensación de inseguridad que le produce él. Tomás es su héroe, su salvador, le ama desde el primer momento que se vieron por seis absurdas casualidades que le hicieron ver en él al hombre de su vida. Forman una inevitable historia de amor apasionada y dura.
Si tenemos en cuenta que ella después de hablar solamente una hora con él, se presenta con una pesada maleta en su casa, en Praga y le entrega, con la maleta su propia existencia, nos podremos hacer una idea.
En medio de esta historia vivimos el momento histórico de la entrada en Praga de los tanques rusos en el año 1968.

Es un libro para leerlo lento, ya que hay pasajes geniales como: “Pequeño diccionario de palabras incomprendidas.” En la segunda historia del libro la de Sabina y Franz. Una manera original de explicarnos como la vida puede ser vista de muy diferente forma, desde los hechos más simples a los más importantes.
O frases geniales:"Aquel que quiere permanentemente llegar más alto, tiene que contar que algún día le invadirá el vértigo(...)
Su andar se volvió inseguro y casi todos los días se caía en algún sitio, se lastimaba con algo o, por lo menos, dejaba caer algo que tenía en la mano.Había en ella un deseo insuperable de caer. Vivía en un vértigo permanente. Aquel que se cae está diciendo: ¡Levántame! Tomás la levantaba pacientemente."

Lo recomiendo es una prosa preciosa, un estilo directo, aunque sí es cierto que es para gente que le guste leer libros sin prisa, que les hagan meditar y que disfruten de la filosofía novelada. Este libro se adaptó al cine en el año 1987 por el director Philip Kaufmann. La película...bueno eso es otra historia.
En el próximo post prometo no hablaros más de segundas lecturas, ni de libros, pero me han pillado los dos tan seguidos...

miércoles, enero 11, 2006

PETER PAN

He vuelto a leer la increíble obra de teatro de James M. Barrie, es bestial. No creo que su magia pueda dejar de sorprenderme. Entre otras cosas porque fue el primer cuento que me aprendí de memoria.

Recuerdo con claridad como recorría mi casa, con una altura aproximada de un metro, recitando y poniendo voces (siempre fui especialista en eso de jugar poniendo voces, debería haber presentado mis respetos a José Luis Moreno, ahora sería rica y famosa); y a todo el que me encontraba por el pasillo en forma de L le entregaba el libro emocionada, esperando que mostrara el mismo entusiasmo que yo y que fuera leyendo y pasando las páginas a mi lado una y otra vez. Teniendo en cuenta que mi familia no es numerosa debía ser una tarea pesada y a la vez difícil dar esquinazo a la niña que vuelve con el libro bajo el brazo y sonriente.

Fue mi primer héroe, adoraba a Peter Pan, por supuesto por aquellos años mi Peter era la archiconocida imagen que nos regaló Disney, que poco o nada tiene que ver con el auténtico. Pero yo no me fijaba mucho en eso, a mí me encantaba pensar que había alguien que había dejado de crecer, que no quería ser mayor, ni estudiar, ni trabajar y que prefería estar viviendo aventuras todo el día.

A día de hoy releyendo la obra de teatro de James M. Barrie y visto desde otros ojos, algo más grandes y con ligeras marcas por un mal gesto al reír, os diré que adoro su desfachatez, su osadía, esa impertinencia y crueldad que sólo un niño en el umbral de la pubertad y que conscientemente no quiere cruzar puede emanar. Le adoro a él y envidio a Wendy que constantemente le pregunta: ‘Qué soy para ti Peter’ a lo que él siempre contestará: ‘Mi madre’, envidio a Campanita que en el lenguaje mágico de las hadas le increpa constantemente: ‘Tonto de capirote’, a las sirenas que pretenden atraparle entre sus escamas, a Tigridia. Las envidio a todas, como si se trataran de peligrosas lobas que intentan cazar al único hombre puro que vuela de ventana en ventana, después de comprobar que la suya fue cerrada por su madre poco tiempo después, que nadie espera que vuelva. Les envidio por eso, o porque quizá yo como tantas otras almas cándidas, también le quise atrapar siempre, que dejara de ser niño por mí.

Y redordad siempre lo que nos dicen al empezar el libro: 'Eso es lo que llamamos la casa de los Darling, pero podéis ponerla donde os venga en gana y, si creéis que se trata de vuestra casa, a lo mejor hasta tenéis razón. Va errando por Londres en busca de cualquiera que la necesite, como la casita en el País de Nunca Jamás'.

Espero que os animéis a leerlo o volverlo a leer, Siruela tiene una edición de bolsillo de la obra en castellano y para disfrutar de las ilustraciones y los cuentos (no la obra de teatro) a mi gusto la edición de la Editorial Valdemar es la mejor. Con ilustraciones de: Flora White, F.D: Bedford, Arthur Rackham, Mabel Lucie Attwell.
No es una comedia, poco tiene que ver con la historia de piratas y aventuras, da mucho más de sí, ayer por la noche cuando la terminé, una vez más me sentí cargada de una extraña desazón, (no diré melancolía, aunque en el fondo lo piense, que ya se repite demasiado) y nostalgia.

Pobre papá. La plasta que le daba con Peter Pan, aunque, quizá, de todos los cuentos para él también había elegido el mejor. Reía y se compadecía del pobre Garfio y por supuesto adoraba a Peter Pan tanto o más que yo. En el fondo siempre fue como él. Supongo que era previsible que mi padre fuera mi primer y gran héroe de carne y hueso.