martes, junio 09, 2015

Entrevista Capotiana

Toni Montesinos está llevando a cabo una genial iniciativa en su blog: Alma en las palabras realizando la entrevista capotiana a escritores.

 Aquí tenéis la mía: 


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (enLos perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Mónica Gutiérrez Sancho.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Ese punto entre final del siglo XIX y principios del siglo XX.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a los animales de cuatro patas la mayoría del tiempo. En concreto la fidelidad infinita de los perros.
¿Es usted cruel?
En mis novelas si es necesario sí, puedo ser cruel. Mucho, pero solo ahí. Todo queda en la ficción.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo muy buenos amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La capacidad para reírnos igual que hace mil años cada vez que nos vemos, por mucho tiempo que pase.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Para ser amigo de verdad es lógico decepcionarte en algún momento. Es algo tan inevitable como las reconciliaciones en el amor.
¿Es usted una persona sincera? 
No soporto la mentira. Y el que presume de ser muy sincero me da miedo, igual que el que presume de ser bueno.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Siempre he creído que eso del tiempo libre era una leyenda urbana. La verdad es que a día de hoy aún no he dado con esa franja horaria.
¿Qué le da más miedo?
El miedo pulido y mimado se convierte en un arte. El arte del miedo puede llegar a ser muy peligroso. Me produce terror la fuerza que puede llegar a adquirir.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La soberbia. El complejo de dios. Esos pequeños dictadores en zapatillas de casa.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No creo haber decidido ser escritora. Es algo que me ha tocado sin más, como el nacer en un sitio u otro. Y ya no puedes cambiarlo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Pasear a mi perro que siempre va como mínimo un metro por delante de mí.
¿Sabe cocinar?
Los pocos platos que preparo me salen muy bien, aunque considero que cocinar es una historia más seria.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Giordano Bruno.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Adiós. Puede ser muy liberadora.
¿Y la más peligrosa?
Quizá la misma: Adiós. No me gustan las despedidas, sobre todo si son para siempre.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, incluso en la ficción me cuesta mucho.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Tengo tendencia a no soportarla.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Música. Sin duda. Y puestos a elegir sería Jazz.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Un absurdo insomnio provocado. Y provocador. No me duermo porque en el fondo no quiero. Y lo sé. Claro que lo sé. Pero no duermo.
¿Y sus virtudes?
Sé tocar el piano. Sin llegar a ser una virtuosa, me parece que tengo mucha suerte por ello.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Tú puedes despertar. Ya sabes que no es agua, solo es otro de esos horribles sueños lúcidos.
T. M.

sábado, abril 18, 2015

AMANTES ETERNOS

A veces es inevitable preguntarse cuál es el motivo por el que se mantienen vivas las parejas. Cómo sobreviven el día a día entre lavadoras de ropa sucia, camas revueltas, a veces llenas de sabores placenteros, y otras cargadas de monotonía. Recuerdo una escena de: “El compromiso” de Brad Silberling, una película protagonizada por Susan Sarandon y Dustin Hoffman. Ella es una escritora de fuerte carácter, cínico e irónico, y él un hombre sencillo, un agente inmobiliario de pueblo sin grandes pretensiones, que se enfrentan al día a día tras la muerte de su única hija. Su incompatibilidad de caracteres, sus discusiones acrecentadas por el dolor agudo de la pérdida y esa pregunta clave del ex de la hija, núcleo de la historia, tras una dura discusión entre la pareja:
"- ¿Por qué sigues con él?
Ella le contesta algo así:


-Por las noches, haya pasado lo que haya pasado ese día, me meto en la cama y saco el culo y él me abraza. Todas las noches durante estos casi 30 años, cuando me voy a dormir saco el culo y siempre me abraza."

En la “Buena estrella”, en mi humilde opinión una de las mejores películas que ha dado el cine español. Se da cita un triángulo amoroso impecable entre Maribel Verdú, Antonio Resines y Jordi Mollà.
En un momento dado Resines, Rafael, un carnicero castrado, un buen hombre anodino y gris, le pregunta a Marina por su eterno amor, por el hombre que una y otra vez le ha destrozado la vida: "¿Pero tú le sigues queriendo?"
Ella, una mujer desgraciada y machacada por una existencia miserable, que ha encontrado en los brazos de Rafael la calma y el sosiego que la vida y su amante nunca le han otorgado, le contesta:
“Las cosas que no se dicen es como si no fueran…”


Son muchas más las parejas que en la ficción, me han hecho temblar por su amor incondicional y romántico. Han venido a mi cabeza estas dos secuencias, que no son precisamente la imagen más pura del romanticismo. Pero es que en la vida real, lamentablemente por más que lo intento no lo encuentro con facilidad. Es más, me cuesta encontrarlo. Noto un excesivo aroma a vulgaridad en todo lo que rodea el término amor. Como si se fuera perdiendo, disipando. No sé si es por culpa de esta época en la que todo es mediocre, donde la música suele ser, salvo honrosas excepciones, copia de épocas pasadas, al igual que nos cansamos de repetir que ya no hay actores como los de antes. O vuelve lo vintage, que viene a ser: llevar cosas que hemos guardado como pingos desde hace 30 años en armarios con pestazo a mata polillas. El amor en su más altas cotas también se ha vuelto mediocre. Como casi todo.
De ahí mi eterno agradecimiento a letras como éstas:

Muchos años después de la guerra, el hambre, los muertos, los campos, los matrimonios, las separaciones, los divorcios, los libros, la política, el comunismo, él había llamado.
Soy yo. Por la voz ella lo había reconocido. Soy yo. Sólo quería oír su voz. Ella había dicho: Buenos días.
Él tenía miedo como antes, de todo. Su voz había temblado, es entonces cuando ella reconoció el acento de la China del Norte.
(…)
Él había dicho que para él, era curioso hasta qué punto, su historia había quedado como era antes, que todavía la quería, que nunca podría en toda su vida dejar de quererla. Que la querría hasta la muerte.
Él había oído su llanto al teléfono.
Y luego desde más lejos, desde su habitación sin duda, ella no había colgado, él había seguido escuchándolo. Y luego había intentado oír más. Ella ya no estaba allí. Se había vuelto invisible, inalcanzable. Y él había llorado. Muy fuerte. Con lo más fuerte de sus fuerzas.”


Marguerite Duras “ El amante de la China del Norte”.
Novela basada en su propia vida. En concreto la escribió después de: "El amante", cuando su amor, su amante chino de la adolescencia falleció. A pesar de que la vida de Duras fue de lo más tormentosa, nos ayuda a ver que no siempre todo lo que hace temblar los cimientos es ficción. El amor de verdad, el eterno también es real. Sucede algunas veces.