martes, marzo 28, 2006

Vacanze Romane


Hay quien tiene un fuerte vínculo con la familia, los amigos, el fútbol; otros con el tabaco, la iglesia, con la mala leche, con las compras compulsivas o incluso con el bingo. Yo me siento vinculada con algunas de estas cosas y sólo añadiré que no juego a nada, no fumo y la iglesia y yo no solemos compartir café y pastas.

Pero también tengo un vínculo que ha decidido por su cuenta y riesgo, desde hace mucho tiempo, transformarse en cuerda -eso sí elástica para no dañarme ni un segundo- y ha dado tantas vueltas alrededor mío, que tengo nudos marineros imposibles de soltar entre ella y yo: Roma.

Mañana voy a verla unos cuantos días y hace otros tantos me preparo para ello. Pienso perderme por todas y cada de una de las calles, donde no aparezcan miles de cámaras digitales, con miles de ojos rasgados detrás. Ni cámaras colgando de cuerpos sonrosados con camisetas diez tallas más pequeñas con el dibujo del anfiteatro romano y la palabra Roma mal impresa, con grietas a punto de resquebrajarse.


Me perderé por Garbatella que como diría algún romano y como yo misma pienso: Garbatella è er mejo quartiere de Roma; para comer en la trattoria del romano más bestia de la ciudad, pero donde los sentidos se disparan y el estómago se da de sí como un balón de playa para no dejar pasar ni uno de los platos (Si alguien ha leído a Montalvano se podrá hacer una idea).

Vagaré por Rione Monti, bajo Via Cavour y me pararé a coger aire en la Scalinata di San Pietro in Vincoli.

Sé que en algún momento me perderé de todo, y me iré sola directa a la Piazza D’spagna a sentarme en las escaleras y esperar. Esperar que algún italiano se acerque a mí y poder decirle: Non capisco niente…

Y que él, o ellos -si un italiano se acerca, al momento siempre hay más- me pregunten: Sei spagnola?

Y contestaré: Sí.

Porque quiero sentirme turista, ajena, recién llegada aunque lleve tanto tiempo vinculada a ella, a Roma. Y porque así empezó todo, bueno no así, pero eso no importa.

Pero algo sí está claro, los romanos son los ligones más persistentes y más atractivos de la historia. Quizá porque viven en una ciudad eterna.