viernes, junio 15, 2007

Alejandro Jodorowsky

“La finalidad del arte es curar, porque si no cura, no es verdadero”.
Hace ya muchos años, que supe del trabajo y obra de Jodorowsky. Y llegados a este punto, me doy cuenta que es complicado definirle, por no decir imposible. Es probable que se deba a que él mejor que nadie transforma en novela su biografía real (“La danza de la realidad” Siruela) o que su vida es como una novela de esas de las que no puedes desengancharte hasta el final.
Comenzaré diciendo que nació en Chile (Tocopilla, 7 de febrero de 1929). Participó en el movimiento cultural chileno y creó el teatro de mimos. Con sólo 23 años decidió marcharse de Chile en busca de nuevos retos a México y posteriormente a Francia.
Junto con Fernando Arrabal y Roland Topor fundó en el 1962 el “Movimiento Pánico”, que se manifiesta en tres elementos básicos: terror, humor y simultaneidad.

Jodorowsky es novelista, dramaturgo, actor, director de teatro y cine de culto y terapeuta entre otras facetas.
Es el creador de la psicogenealogía, en la que nuestros actos estarían influidos por nuestro árbol genealógico. Y de la sorprendente terapia denominada Psicomagia. Una terapia que ha ido desarrollando a lo largo de su vida desde sus primeros actos poéticos y teatrales, hasta su aprendizaje para poder controlar el mundo de los sueños. Ha vivido, observado y estudiado junto a chamanes, curanderos (interesantísima su visión de todos ellos) y ha soportado la dureza implacable de la disciplina zen. La psicomagia, es una técnica que aúna el psicoanálisis y el efecto patético del teatro.
Si el inconsciente toma los actos simbólicos como si se tratara de hechos reales, un acto psicomágico influiría en él y sanaría y por tanto eliminaría nuestros traumas mentales o psicológicos.
Son actos que tienen que estar hechos específicamente para cada persona, después de estudiar su problema, su historia y su situación particular. Igual que no hay dos problemas iguales no puede haber dos actos psicomágicos iguales. Suelen ser estrafalarios y con un tinte absolutamente surrealista.

“El paciente debe hacer la paz con su inconsciente, no independizarse de él sino convertirlo en aliado. Si aprendemos su lenguaje, se pone a trabajar para nosotros.”

“La psicomagia trata de economizar tiempo, acelerando la toma de conciencia. Así como una enfermedad puede declararse repentinamente, también la curación puede llegar de golpe. A la enfermedad repentina se le llama desgracia, a la curación repentina se le llama milagro. Sin embargo, ambas participan de la misma esencia: son formas del lenguaje del inconsciente.”

Jodorowsky no es un charlatán, es uno de los motivos por los que no emplea sus prácticas para la curación física.
Recuerdo como si fuera hoy la primera vez que le vi en una entrevista televisiva. Hablaba sobre los sueños, sobre la influencia de nuestras obsesiones en nuestro futuro. Como personas que lo tienen todo se obsesionan con perderlo y lo consiguen. Y vi en directo como una relevante periodista de nuestro país, acababa llorando en sus brazos, contando entre sollozos su historia más íntima y familiar. No tardé muchos minutos en darme cuenta que quería saber más sobre ese hombre que había conseguido desbaratar mi interior y ponerlo del revés, a mí una persona poco ducha en esto de creer porque sí y mujer de poca fe. Y hasta la fecha.


Hace sólo unos días tuve el placer de verlo en persona y charlar con él. Emana calma y serenidad. En un lugar y un momento donde todo es ruido, gente y calor, él se mantiene en un plano no sé si onírico, pero sí diferente al menos del mío, lleno de absurdas angustias cotidianas. No parece tener prisa por llegar a ningún sitio. Habla despacio con una mezcla exquisita de acentos robados de miles de países y rincones y te mira a los ojos. No le solicité un acto psicomágico, porque intuyo que necesitaría más de un lustro para explicarle mis paranoias interiores.


Jodorowsky es un artista que emplea el arte para sanar nuestro espíritu, nuestra mente. Sí, quizá esa sea la definición que más me convenza.

lunes, junio 04, 2007

Feria del Libro

Calor, sol, libros, gente, empujones y más libros que darán rienda suelta a mis habituales ansias compulsivas de comprar todos esos objetos alargados llenos de hojas, historias y paranoias. Me escapo por unos días de Zaragoza la ciudad del cierzo (o viento circular) a Madrid.

El sábado por la mañana, día 9, encuentro de autores de la Editorial Caballo de Troya junto con el editor Constantino Bértolo en la Feria del Libro de Madrid. Encuentro con desconocidos conocidos. He leído sus letras y eso en ocasiones suele decir más de las personas que una presentación formal y charlas exaltadas hasta la madrugada.

Algunos firmarán ejemplares, para el que quiera pasarse. Yo ese rato observaré. Será más que interesante.

Aprovecharé también la ocasión para escaparme unas casetas más allá y solicitar a A. Jodorowsky si me recomienda algún acto psicomágico para la fecha. Ya que curiosamente ese día añadiré un año más rodeada de libros en el parque del Retiro.