lunes, abril 13, 2009

NARRATIVAS NÚMERO 13

Ya está en línea el número 13 de la REVISTA NARRATIVAS.

Con un sustancioso y variado índice, de relatos cortos, reseñas, ensayos... Para todos los gustos.








Podéis descargarlo aquí: www.revistanarrativas.com

Fernando Iwasaki ha tenido la amabilidad de concederme una entrevista para Narrativas, desde mi tierra natal Sevilla. Así como un relato inédito: «Naipes». Todo un placer que ha coincidido sin darme cuenta con el cuarto aniversario de este blog.


Fernando Iwasaki es un escritor con alma de músico. Y esta dualidad se percibe por cual­quiera que adore la música, que disfrute con ella. Se puede sentir al abrir la primera página de sus obras. La maravillosa sensación de estar leyendo con música acompañándonos de fondo, en la más que sorprendente y gratificante aventura de perderse entre sus letras.


“No es que me interesen en particular el amor, el horror, el dolor físico, el erotismo o el fanatismo religioso. Lo que me interesa es mostrar el lado cómico y muchas veces ridículo de la condición humana. ¿Tiene esto alguna finalidad? A nivel programático, ninguna. A nivel existencial, mu­chísimas.”


NARRATIVAS: Juegos de palabras, dichos populares, referencias históricas, una marcada y per­sonal ironía. Uno tiene la sensación en muchas ocasiones que debe volver a leer cada párrafo por­que se ha podido perder algo importante. Tu prosa cómoda de seguir lleva detrás un trabajo de estilo, forma y profundidad impresionante. ¿Eres consciente de que esto puede no ser perci­bido por todos los lectores? Y lo más importante. ¿Le importa a Fernando Iwasaki?

FERNANDO IWASAKI: Del historiador Fernand Braudel y del historiador del arte Erwin Panofsky, aprendí que existen tres formas de «duración» en la historia y tres niveles de significa­ción en el arte. Siempre he buscado esos tiempos y niveles cuando leo una obra de ficción, y siempre he pro­curado definirlos cuando dentro de mi propia narrativa. Soy consciente de que no todo el mundo tendrá ni el interés ni la curiosidad de dilucidarlos, pero también soy consciente de que si el primer nivel no es ni sencillo ni atractivo, a nadie le interesará profundizar en ellos. El tono, el humor y el estilo formarían parte de esa primera lectura y por eso los mimo tanto, pero si alguien desea saber de qué se ha reído, quizás lo que descubra no sea tan divertido.


N.: ¿Qué camino dirías que ha tomado la narrativa de Fernando Iwasaki desde tus inicios, en Lima, hasta la actualidad?

FI.: Mi narrativa no ha cambiado tanto como mi manera de percibir la literatura, gracias a la lec­tura de autores y títulos que en Lima me resultaban inaccesibles o desconocidos, al menos cuando era estudiante universitario. Con esto no sólo quiero decir que ciertos libros no llegan jamás a las librerías latinoamericanas, sino que llegan a unos precios que incluso los ponen fuera del alcance de las bibliotecas (¿cuántos libros editados en Gijón o Zaragoza –por ejemplo– nunca llegan a las librerías sevillanas?). Por lo tanto, creo que mis intuiciones se han enriquecido, en­sanchado y for­talecido gracias a mis nuevas y mejores posibilidades de lectura. No obstante, consciente de la abundancia de títulos he decidido poner un límite a mis publicaciones y de aquí en adelante sólo me quedaría por publicar cinco libros de ficción: dos novelas, dos libros de re­latos y un disparate futbolístico. El resto de mis publicaciones serán ensayos, crónicas y experi­mentos varios.


N.: En general, cada libro tuyo de relatos gira alrededor de un tema concreto: lo fantástico, el ero­tismo, la crueldad humana. ¿Estarían ahí los temas que más te obsesionan como escritor? ¿De qué habla Fernando Iwasaki en sus libros?

FI.: Cada uno de esos temas ha sido abordado desde el humor. Y tienen en común que nadie los relaciona con el humorismo. No es que me interesen en particular el amor, el horror, el dolor físico, el erotismo o el fanatismo religioso. Lo que me interesa es mostrar el lado cómico y mu­chas veces ridículo de la condición humana. ¿Tiene esto alguna finalidad? A nivel programático, ninguna. A nivel existencial, muchísimas.


N.: También parece predominar en tu obra los libros de relatos frente a las novelas. ¿Es real esa preferencia o mera cuestión de oportunidad, simple casualidad?

FI.: Me formé como lector gracias a los cómics y los clásicos infantiles, a los poemas homéricos y los libros de divulgación mitológica. Esas lecturas me prepararon para leer a Lovecraft, Poe, Conan Doyle, Cortázar, Borges y Ribeyro. El veneno de la literatura me lo inocularon los relatos, aunque ello no me ha impedido disfrutar de Stendhal, García Márquez, Vargas Llosa, Nabokov o Tolstoi. La literatura me produce placer en cualquiera de sus formatos y el placer nunca es sec­tario. El placer te puede llevar al vicio, pero jamás a la represión.


N.: Has escrito también algunos ensayos. De hecho, tu formación universitaria tiene que ver con la historia, no con la literatura ¿Sería posible desgajar la figura del Iwasaki-ensayista de la del Iwasaki-narrador?

FI.: El Iwasaki narrador no ha ganado ningún premio porque siempre lo toman en broma, pero el Iwasaki ensayista ha ganado más de uno porque lo toman en serio. A veces me gustaría que fuera al revés y que se tomen más en serio mi humor literario y más en broma mi humor ensa­yístico. Total, el tono es el mismo y la intención también. No obstante, prueba de que no creo mucho en los géneros es mi predilección personal por un libro que titulé El Descubrimiento de España (Nobel, Oviedo, 1996), que no es propiamente ni ensayo, ni ficción, ni memoria, pero que participa de los tres.


N.: Podría resultar extraño que, siendo historiador, no te prodigues en la novela histórica, ahora tan de moda. ¿Qué opinión te merece este género literario?

FI.: La novela histórica contemporánea –suponiendo que incluyamos aquí los templarios, las reli­quias, los cátaros y las catedrales– me interesa muy poco. Además, la credencial «histórica» no hace mejores a unas novelas con respecto a otras. Guerra y Paz o La Cartuja de Parma, por ejem­plo, son felizmente mucho más que novelas históricas.


N.: Al terminar una obra tuya, se tiene la sensación de que has pasado un rato con Fernando Iwa­saki. Y que has pasado un rato entrañable, divertido entre amigos. ¿Te gusta reírte con el lector?

FI.: Me haría mucha ilusión que mis lectores sintieran complicidad conmigo. Si lo consigo, me doy por satisfecho. Por eso me río de mí y procuro que los lectores también se rían de sí mismos rién­dose de mí.


N.: No caminamos por días fáciles ¿En algún momento el tiempo que vivimos y el mundo que nos rodea han hecho peligrar este marcado sentido del humor de tus letras?

FI.: Las crisis son terribles, pero nunca aburridas. Pero no creas que pretendo mantener el re­gistro humorístico en todos mis libros de ficción. He dicho que me quedan dos novelas por escri­bir y la última no será humorística porque no me permitiré ninguna concesión.


N.: Por último me gustaría preguntarte por una amiga común: Sevilla. Mi tierra natal, tu tierra por derecho propio. Con su flamenco, su música esa que tanto adoras, su arte y el de su gente. ¿Es una fuente de inspiración para un escritor o puede ser un peligro para dispersarse entre tanto duende?

FI.: Mi amigo Abelardo Linares –poeta, editor y librero de viejo sevillano– siempre dice que le en­canta nuestra ciudad, aunque no le gustan ni el fútbol, ni los toros, ni el flamenco, ni la Se­mana Santa, ni el Rocío. Por lo tanto, se puede ser escritor en Sevilla sin tener trato con los duendes.

Gracias Fernando.

Espero que disfrutéis con la lectura de este número y por supuesto os animéis a colaborar en el próximo.