lunes, abril 30, 2007

SI VUELVES TE CONTARÉ EL SECRETO

Imagen: Ixchel

Mi novela: “Si vuelves te contaré el secreto”, va a ser publicada dentro de unos meses (para Enero probablemente) en la editorial Caballo de Troya (Random House Mondadori). Si tuviera que describir lo que siento, diría que suena música, un piano lento y vertiginoso. Un sonido melódico y rápido. El saxo lleva la voz cantante, con un punto de embriaguez y cierto aire de descarado misterio…

Tengo que agradecer al editor Constantino Bértolo, que haya decidido apostar por mi trabajo, permitiendo que las puertas de The Club se abran para todos los que quieran pasar una velada diferente. The Club, ese enigmático y atrayente lugar al que sólo se puede entrar una vez, una única noche.

Ahora todos ellos, los personajes, van de un lado a otro alterados, eufóricos. Tienen su fiesta particular, es su momento. Se escucha música, y si no, se intuye, se huele el sonido de una cercana y lejana pieza de jazz.

domingo, abril 29, 2007

Une Saison en enfer

UNE SAISON EN ENFER
Jadis, si je me souviens bien, ma vie était un festin où s'ouvraient tous les cœurs, où tous les vins coulaient.
Un soir, j'ai assis la Beauté sur mes genoux. -Et je l'ai trouvée amère. -Et je l'ai injuriée.
Je me suis armé contre la justice.
Je me suis enfui. Ô sorcières, ô misère, ô haine, c'est à vous que mon trésor a été confié !
Je parvins à faire s'évanouir dans mon esprit toute l'espérance humaine. Sur toute joie pour l'étrangler j'ai fait le bond sourd de la bête féroce.
J'ai appelé les bourreaux pour, en périssant, mordre la crosse de leurs fusils. J'ai appelé les fléaux, pour m'étouffer avec le sable, le sang. Le malheur a été mon dieu. Je me suis allongé dans la boue. Je me suis séché à l'air du crime. Et j'ai joué de bons tours à la folie.
Et le printemps m'a apporté l'affreux rire de l'idiot.
Or, tout dernièrement, m'étant trouvé sur le point de faire le dernier couac, j'ai songé à rechercher la clef du festin ancien, où je reprendrais peut-être appétit.
La charité est cette clef. - Cette inspiration prouve que j'ai rêvé !
« Tu resteras hyène, etc... », se récrie le démon qui me couronna de si aimables pavots. «Gagne la mort avec tous tes appétits, et ton égoïsme et tous les péchés capitaux. »
Ah ! j'en ai trop pris : -Mais, cher Satan, je vous en conjure, une prunelle moins irritée! et en attendant les quelques petites lâchetés en retard, vous qui aimez dans l'écrivain l'absence des facultés descriptives ou instructives, je vous détache ces quelques hideux feuillets de mon carnet de damné.

Una temporada en el infierno
Antaño, si no recuerdo mal, mi vida era un festín en el que todos los corazones se abrían, en el que vinos de todas clases fluían sin cesar.
Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. -Y la encontré amarga. -Y la injurié.
Me armé contra la justicia.
Y huí. ¡Oh brujas, oh miseria, oh saña: sólo a vosotras os fue confiado mi tesoro!
Conseguí disipar en mi espíritu todo resto de humana esperanza. Sobre toda alegría, para estrangularla, realicé el salto sigiloso de la fiera.
Llamé a los verdugos para morir mordiendo la culata de sus fusiles. Llamé a las plagas para así poder ahogarme en la arena, la sangre. La desdicha fue mi dios. Me revolqué en el fango. El aire del crimen me secó. Se la jugué a la locura.
Y la primavera me dio la risa horrenda del idiota.
Pero, recientemente, cuando ya estaba a punto de estirar la pata, decidí buscar la llave que me abriera las puertas del antiguo festín, en el que, quizás, recobraría el apetito.
La caridad es esa llave. -¡Esta inspirada afirmación demuestra que he estado soñando!
"Siempre serás una hiena, etc...", exclama el demonio que me coronó con tan amables adormideras. "Bien, gánate a pulso la muerte con todos tus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales."
¡Bueno! Ya he tenido bastante: -Pero , querido Satanás, se lo ruego, ¡no se irrite tanto! A la espera de esas pequeñas bajezas que no acaban de llegar, arranco, para usted que ama en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, unas cuantas hojas repelentes de mi libreta de condenado.
Arthur Rimbaud
Para mi amigo Oscarillo, escritor, aunque a veces lo olvide...

viernes, abril 20, 2007

Roma

Recuerdo una escena de la película ROMA, de Adolfo Aristarain, una película intimista, que narra lentamente, entre recuerdos, pensamientos y fantasmas la vida de un escritor, con Juan Diego Botto como protagonista. En esa escena la madre, Roma, conversa con su hermano, que como siempre le reprocha que el hijo de ésta no haga nada con su vida que no sea saltar entre mujeres, camas y horarios de gato nocturno. Que se limite a soñar con ser escritor, mientras ella, sola y sin un peso argentino en la mano, araña las paredes para sobrevivir. La madre, le dice con infinita ternura algo así: ¿Es que no lo ves? Él no ha nacido para trabajar en una oficina…
Me conmovió, aunque me resultó tan entrañable como irreal. No creo que ninguna madre pueda entender y apoyar hasta ese punto la locura del que decide vivir de inventar historias. Pero aún así, a pesar del tiempo de vez en cuando recuerdo esa escena, con un punto de cariño. Es, supongo la frase que todos desearíamos escuchar, en algún momento de nuestra vida. En los momentos de decisiones radicales que tomamos, que tomé el día que comencé a cambiar todo, que lo dejé todo por eso de inventar.

Yo intenté eso de las oficinas y no vean cómo. He tenido más de 20 trabajos diferentes. Y como suele ser habitual en esta sociedad llena de circunstancias previsibles, para el número diez u once de mis empleos, ya rondaba un puesto de lo más interesante, pero ni por esas, no sirvió de nada. He sido teleoperadora, dependienta, promotora, he trabajado en una autoescuela sin carné de conducir, administrativa, trabajé en un parque temático, profesora de master, camarera, entre otros miles de empleos.

Y si algo tuve claro según firmaba y rescindía contratos basura, era que nunca, bajo ningún concepto quería trabajar en una oficina. No sé, si es uno de los motivos por los que escribo. Quizá no sólo adoro la literatura, puede que después de todo no sea tan asquerosamente romántica. Quizá odie más las cuatro paredes que encierran un horario fijo, una vestimenta, una sonrisa y una forma de vida que me limita hasta el punto de volverme loca. Puede que exprima mi imaginación sólo para no tener que levantarme por las mañanas y ver las mismas caras, ya que desde que tengo uso de razón me di cuenta de que prefería inventármelas.

Roma, es adorable por eso, porque ella es esa voz que entiende a todos los que de una manera u otra enloquecemos entre paredes que no sean las de nuestra mente.

sábado, abril 07, 2007

Pájaros

Los pájaros le dan miedo. Como tantas otras especies de seres vivos y no vivos del mundo de los seres. Le dan miedo sólo en sitios cerrados. Realizan unos movimientos imprevisibles, rápidos, van volando en cualquier dirección. No puede controlarlos, ni siquiera con la mirada. Piensa que chocarán contra ella, por la espalda, en la cabeza, en la cara. Sobre todo le da terror pensar que choquen contra su cara. Que muevan compulsivamente las alas contra sus ojos, su nariz y algunas plumas incluso entren en su boca. Le da pánico. Y escalofríos de solo pensarlo.
Terapias cognitivas le dijeron. Enfrentarte a tus miedos de frente. -Tener que meter un pájaro entre mis cuatro paredes- pensó ella.

Se resistió. Primero compró la jaula. La colocó sobre la mesa para tenerla a la altura de la vista y observarla bien. El balancín sobre el que bailaría su eterno enemigo noche y día. El diminuto comedero para echarle el alpiste, el del agua. Y los barrotes finos. Demasiado finos. Comprobó uno por uno los hierros moldeados de la jaula. Perfectos. Imposibles de evitar.
Decidió probarla. Al poco tiempo sintió unas irrefrenables ansias de salir. No podía. No cabía entre los barrotes y no podía doblarlos. Tampoco el agua le calmaba la sed. Veía todo cada vez más distorsionado. En blanco y negro después. Los barrotes se aplastaban contra ella como el corsé de una octogenaria. Ni siquiera podía respirar sin emitir unos graznidos insoportables para ella misma. Cuando por azar, milagro o viento la puerta se abrió, salió disparada en todas las direcciones que encontró y algunas más. Estrellándose contra los muebles, las paredes y las ventanas, sin orden ni razón. Sin prever sus propios espasmos y movimientos. Aterrada, asfixiada, extenuada un tiempo después.

Los pájaros le dan miedo. Tiene pánico a que choquen contra su cara, su nariz y se le metan dentro de la boca algunas de sus plumas. Antes no lo sabía, pero ahora sabe que sólo le dan miedo en sitios cerrados.

martes, abril 03, 2007

Lady Day

Escuchar jazz y no escuchar a Billie Holiday es un pecado difícilmente perdonado por los dioses. Eleanora Fagan Gough nació en Filadelfia en el año 1915. Sus padres eran unos críos de trece y quince años cuando ella nació. No estaban casados y la niña era abandonada a su suerte en casas poco recomendables.
A los diez años ya admitió haber sido violada. Y a los doce años se marchó con su madre a Brooklyn, donde además de limpiar casas, ejercía la prostitución.
Con sólo quince años cantaba en numerosos clubs nocturnos, aunque de manera informal.
Tuvo un golpe de suerte en un casting para un puesto de bailarina en el Pod’s & Jerry’s, ya que a pesar de no contratarla, le invitaron a cantar y fue descubierta por el crítico y productor musical John Hammond. No tenía formación musical, pero sí unas cualidades innatas para el jazz y el swing difíciles de igualar. Había algo en su voz, en su manera de interpretar, en su endiablado ritmo que le hacía diferente.
Los clubs de la calle 52 y Manhatan se rindieron ante su presencia. A los dieciocho años grabó su primer disco: "Your Mother's Son-In-Law" (1933) junto al genio de Benny Goodman.
Un giro radical que le llevó a una época de éxito y esplendor, a compartir escenario junto a artistas de la talla de Lester Young, Basie y Artie Shaw.
Era una estrella. Una estrella que lloraba su vida sobre el escenario, llevando hasta el paroxismo las emociones, el ritmo y los sentimientos. Como solía decir, se limitaba a cantar y expresar lo que había vivido en cada ocasión. Lo hacía con una naturalidad y maestría que era imposible no rendirse fascinado ante ella.
Era todo demasiado hermoso. Holiday jugó con las drogas desde niña. Ya por el año 1940 era consumidora habitual de heroína. El éxito se fue diluyendo como su vida y su voz por esa fuerte dependencia. Una voz que poco tenía que ver con la de los inicios. Una voz ronca y rota, aún así inigualable.
Tuvo una vida sentimental plagada de escándalos, en la que vivió tantos altibajos y huracanes como las letras de sus canciones. Se casó dos veces y mantuvo relaciones con numerosos hombres de carácter violento.
Le arrestaron por posesión de heroína y estuvo en prisión casi un año. Después de esto, ya no se le permitió trabajar de nuevo en los clubs de Nueva York durante los últimos doce años de su vida.
Condenada a arresto domiciliario por posesión de narcóticos en el año 1959, murió con 44 años de edad bajo custodia policial en el Bronx de Nueva York. Había sido víctima de una estafa y tenía menos de un dolar en el banco.
Es la vida de Eleanora una vida triste, absurda, una de esas personas que parecen predestinadas a tropezar, caer y dañarse día tras día. Sin remedio. Siempre que la escucho, como ahora, lo pienso. Una existencia plagada de infortunios y un solo número de lotería: su voz. Una voz que le llevó a lo más alto. Quizá ella sabía que era algo temporal, algo efímero, que no le tocaba en suerte y se limitó a dejarse caer algo más rápido.