
Esas líneas me llevaron hasta un lugar que a pesar de ser una Estación donde siempre reina el silencio y estár protegida por cuatro paredes, y un fuerte techo, esa noche no podía impedir de ninguna manera que el cierzo parara quieto ni un solo segundo, ni por un instante. Se le podía sentir más inquieto, más fuerte, más arraigado que nunca a esta tierra árida.
La cañas de mano en mano, la cerveza que te salpica en esos movimientos rápidos por quitarse las palabras a la hora de hablar, de opinar, de verse.
Era la presentación del trailer del Largometraje Documental Independiente: “Hijos del cierzo". Al este del Moncayo. Un trabajo sobre los últimos 30 años de la música aragonesa, dirigido por Jorge Nebra.
No sé qué hace que siempre llegue tarde a todos los sitios. Aunque me alegré de llegar.
Rodeada de “Hijos del cierzo” todos ellos despeinados de tanto aire, de tanto talento, de tanto arte, tuve el enorme placer de poder dejar de escuchar sólo en mi casa, o en diversos bares, conciertos… la maravillosa voz de Carmen París y charlar con ella. Lo más curioso es que me levanté mucho después de esa banqueta y me despedí con la sensación de que no la hubiera conocido esa noche. Que la conociera de antaño. Porque lo bueno que tienen los grandes, lo bueno que tiene Carmen es que lleva tanto arte en las venas que se extiende no sólo a sus composiciones, sus letras, ese cóctel de culturas y ritmos, su voz, su arrojo y sus apuestas siempre arriesgadas. El arte le sale por todos los poros de su cuerpo.
Me parece una maravilla de proyecto. Va mucho más allá de un homenaje, o un documental sobre la música. Es algo tan bello como hacernos recordar a tantos artistas, los que siguen, otros que se marcharon, algunos que nos dejaron… Trasladarnos en el tiempo a otras épocas, mejores, peores, diferentes, para escuchar de nuevo su música, sus notas, canciones...
Músicos que han llenado nuestro día a día desde hace décadas. Cuando éramos críos y nos comprábamos sus camisetas, gritábamos sus canciones, o las llorábamos más de una vez solos, sentados en nuestros cuartos llenos con sus fotos.
Que esta tierra seca, estéril, y dura, esta ciudad que está rodeada por un desierto de tantas carencias, también está llena de artistas. Que son de aquí, que vienen de aquí, que son hijos del cierzo.