domingo, febrero 15, 2009

EPÍSTOLAS


Los últimos meses en los que he permanecido encerrada la mayor parte del tiempo entre los muros que cubren mi antiguo edificio para escribir mi siguiente novela; he vivido algo que siempre me ha gustado de una manera especial, he recibido una lluvia de epístolas.
Debo hacer aquí un pequeño inciso para comentar que aún así y a pesar de éstas, añoro las de antaño, las de papel y pluma.


Las epístolas recibidas iban siendo de lo más variadas y por otro lado interesantes y gratificantes. Amigos que se interesaban por mi salud mental, amigos lejanos de allá, amigos de la infancia que me habían encontrado por diversos medios, algún lector y un largo etc.
Una de ellas es la que me llevó a salir de mi caverna para poder saludar en persona y felicitar a Antón Castro por su maravilloso nuevo libro de relatos. Esa mezcla entre realidad y ficción. Sueños y viajes. Cierzo y viento del Atlántico en sus: “Fotografías veladas”.

Tambien comencé a mantener relación epistolar con una persona anónima, pero con la pasión común por las letras. Estas epístolas fueron cada vez más interesantes y fueron creciendo en número y cantidad. Alguien que me pareció especial, con un talento innato aunque desconocido por ella misma y a la que si podía brindar aunque fuera el mínimo apoyo, no sólo no me importaba, sino que me parecía lo más loable que podía hacer.

Más epístolas. Un día como una sorpresa inesperada y más que grata recibí una de Fernando Iwasaki. Escritor al que admiro por su inteligente sentido del humor, (no me importa los que critican la frase: “sentido del humor inteligente”) su ironía, su maravillosa manera de mezclar esos insondables conocimientos históricos que posee con el día a día. Y su más que demostrado talento. A esa primera épistola de Fernando y para mi sorpresa número dos, llovieron más, que nos llevó a un entrañable y maravilloso intercambio de libros. En mi caso mi única novela publicada, que sólo pude aderezar con el dvd de su banda original particular e imágenes, y por su parte con dos obras geniales: “Libro de mal amor” y “El descubrimiento de España”.

Entre letras y páginas que discurrían no siempre certeras y acertadas de mi novela, también seguían las epístolas con esta persona anónima. Ayer me encontré una suya, y no me pregunten por qué, eran unas líneas cargadas de amenazas de todo tipo, insultos, graves acusaciones, que acababan en algo tan dañino y barato de utilizar como que he vendido la enfermedad, la agonía que sufrió mi padre hasta que murió en el submercado editorial. Que ni siquiera lo he sufrido, que sólo me ha servido para poder airearlo a los cuatro vientos.
Vientos que en direcciones erroneas y absurdas recorren las mentes del que quiere hacer daño y no puede. Al menos no con él. Está por encima de subproductos venidos vete a saber de dónde.

Una no puede evitar tener que sentarse, aunque ya lo esté, a reflexionar que realmente esto de las epístolas por Internet tiene algo de surrealista. Te puede proporcionar el placer y la suerte de contactar en un segundo con gente tan grande como Antón, Iwasaki, o ese amigo de la infancia que nunca olvidaste y jamás habrías encontrado, pero también con estos subproductos que como garrapatas se pegan entre la gente. Estamos curados de espantos, al menos yo, que mantengo ese límite que nunca hay que perder entre realidad y ficción. Internet y carne y hueso. Pero están ahí agazapados, no podemos engañarnos.

Y releyendo todas las epístolas maravillosas recibidas los últimos meses y borradas las absurdas, me pregunto qué no habrán recibido tanto grande que hay suelto por el mundo y que abre sus puertas como me las abren a mí, que en el fondo no dejo de ser también una simple desconocida.
Sigo sentada y con más preguntas aún. Qué fue de los cafés, de la cervecita, de las mesas donde te podías mirar a los ojos y en dos patadas ver a quién tenías sentado enfrente.
Porque esto de Internet a veces me hace pensar que viene a ser como los CDS y los vinilos. Hemos avanzado, o en el fondo habremos retrocedido…

10 comentarios:

Adrià dijo...

No pierdes el tiempo…

La pregunta es:

Para cuando tienes previsto el parto del segundo querubín?

Lo digo por estar atento.

Te cuidas?

Anónimo dijo...

Pues siga así, mi querida Mónica. Escribiendo, mirando por la ventanita de Internesss, pero tomandose sus cafelitos, cervecitas y riendo en las terracitas o barras de bar. ¿Se tomará una gamba rebozada conmigo? Yo, fisicamente estoy en Zaragoza; virtualmente en ...

Max Estrella dijo...

La cervecita debe quedar para los encuentros especiales,el papel y la pluma para letras que salgan de muy dentro...avanzamos un poco y retrocedemos otro tanto,para quedarnos como estamos...
pd.mira que si no fuera por internet...
besos

Mónica dijo...

Max, cierto, no pasarían estas maravillosas coincidencías de estar escribiéndonos en nuetras respectivas casas virtuales en el mismo segundo.

Un besazo. (A ver si toca pronto la cervecita)

Mónica dijo...

Adrià, el segundo querubín tardará todavía un poquito. Le quedan cribas para rato.

Yo cuidarme ya sabes que poco, pero me cuidan muy bien, que puestos a ponernos egoistas es mejor ¿no?
A ti lo de la cervecita ni me atrevo a comentarlo, porque creo que caerán demasiadas el día en cuestión.

Besos y violetas para vos...

Mónica dijo...

Berbi, a usted lo tengo localizado por todos los frentes. Por cierto que eso me recuerda que para variar debo alguna visita por su hogar virtual.

Las tapitas que no falten, qué sería de mí sin ellas.

Un abrazo

39escalones dijo...

Pues tengo yo un caso de acoso por parte de un comentarista "de pésame señor" que me está acosando por un post sobre "Johnny cogió su fusil" que es para observación psiquiátrica.
Y es que el mundillo de los blogs es como la vida: el desequilibrado puede aparecer en cualquier momento.
Un abrazo.

CONSCIENCIA dijo...

El cafe, el vino y la cerveza estan ahi, aun vigentes y muy seguramente esperando por ti. Ni se retrocede ni se avanza, todo lo contrario. Simplemente las cosas son lo que son. Me encanta saber que tu novela sigue adelante. Cuidate.

Anónimo dijo...

Y qué tal todo, Moni. Aquí sigo, o seguimos, como para dar entender que hay muchos por allá abajo que a veces asoman la cabeza. jaja.

Y las epístolas: a veces se vuelven como los mensajes de texto....

un abrazo,

entrenomadas dijo...

Yo creo que avanzamos y retrocedemos al mismo tiempo. Me gusta tomar café o cervezas mirando a los ojos de la gente, sí. Yo también me lo pregunto.


Creo que te organizas muy bien, Mónica. Que sabes utilizar el tiempo a tu media y antojo. Me da envidia. Voy a intentar hacer lo mismo.


Un beso,

M