miércoles, enero 11, 2006

PETER PAN

He vuelto a leer la increíble obra de teatro de James M. Barrie, es bestial. No creo que su magia pueda dejar de sorprenderme. Entre otras cosas porque fue el primer cuento que me aprendí de memoria.

Recuerdo con claridad como recorría mi casa, con una altura aproximada de un metro, recitando y poniendo voces (siempre fui especialista en eso de jugar poniendo voces, debería haber presentado mis respetos a José Luis Moreno, ahora sería rica y famosa); y a todo el que me encontraba por el pasillo en forma de L le entregaba el libro emocionada, esperando que mostrara el mismo entusiasmo que yo y que fuera leyendo y pasando las páginas a mi lado una y otra vez. Teniendo en cuenta que mi familia no es numerosa debía ser una tarea pesada y a la vez difícil dar esquinazo a la niña que vuelve con el libro bajo el brazo y sonriente.

Fue mi primer héroe, adoraba a Peter Pan, por supuesto por aquellos años mi Peter era la archiconocida imagen que nos regaló Disney, que poco o nada tiene que ver con el auténtico. Pero yo no me fijaba mucho en eso, a mí me encantaba pensar que había alguien que había dejado de crecer, que no quería ser mayor, ni estudiar, ni trabajar y que prefería estar viviendo aventuras todo el día.

A día de hoy releyendo la obra de teatro de James M. Barrie y visto desde otros ojos, algo más grandes y con ligeras marcas por un mal gesto al reír, os diré que adoro su desfachatez, su osadía, esa impertinencia y crueldad que sólo un niño en el umbral de la pubertad y que conscientemente no quiere cruzar puede emanar. Le adoro a él y envidio a Wendy que constantemente le pregunta: ‘Qué soy para ti Peter’ a lo que él siempre contestará: ‘Mi madre’, envidio a Campanita que en el lenguaje mágico de las hadas le increpa constantemente: ‘Tonto de capirote’, a las sirenas que pretenden atraparle entre sus escamas, a Tigridia. Las envidio a todas, como si se trataran de peligrosas lobas que intentan cazar al único hombre puro que vuela de ventana en ventana, después de comprobar que la suya fue cerrada por su madre poco tiempo después, que nadie espera que vuelva. Les envidio por eso, o porque quizá yo como tantas otras almas cándidas, también le quise atrapar siempre, que dejara de ser niño por mí.

Y redordad siempre lo que nos dicen al empezar el libro: 'Eso es lo que llamamos la casa de los Darling, pero podéis ponerla donde os venga en gana y, si creéis que se trata de vuestra casa, a lo mejor hasta tenéis razón. Va errando por Londres en busca de cualquiera que la necesite, como la casita en el País de Nunca Jamás'.

Espero que os animéis a leerlo o volverlo a leer, Siruela tiene una edición de bolsillo de la obra en castellano y para disfrutar de las ilustraciones y los cuentos (no la obra de teatro) a mi gusto la edición de la Editorial Valdemar es la mejor. Con ilustraciones de: Flora White, F.D: Bedford, Arthur Rackham, Mabel Lucie Attwell.
No es una comedia, poco tiene que ver con la historia de piratas y aventuras, da mucho más de sí, ayer por la noche cuando la terminé, una vez más me sentí cargada de una extraña desazón, (no diré melancolía, aunque en el fondo lo piense, que ya se repite demasiado) y nostalgia.

Pobre papá. La plasta que le daba con Peter Pan, aunque, quizá, de todos los cuentos para él también había elegido el mejor. Reía y se compadecía del pobre Garfio y por supuesto adoraba a Peter Pan tanto o más que yo. En el fondo siempre fue como él. Supongo que era previsible que mi padre fuera mi primer y gran héroe de carne y hueso.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Casualidad o no... justo ayer vi "Descubriendo nunca jamás"... cuando termine con el libro que acabo de empezar te haré caso e intentaré buscar una edición del auténtico Peter Pan =)

Ya sabes donde encontrarme, pasa sin llamar...

Encantado de poder leerte, me pasaré por aquí más a menudo.

Un saludo! ;)

Alfredito dijo...

Uno puede conservar la mirada de la niñez si lo intenta, aunque aparezcan junto a los ojos esas marcas que tallaron risas y gestos y llantos. Estoy seguro de ello o, por lo menos, yo pretendo caminar aún con pasos inocentes, deseante de que la vida me sorprenda. Mi abuelo, que fue mi primer ídolo, así me lo enseñó.
Besitos mil.

Anónimo dijo...

"Les envidio por eso, o porque quizá yo como tantas otras almas cándidas, también le quise atrapar siempre, que dejara de ser niño por mí."

Y cuantos no hemos envidiado y aún envidiamos a Peter! Vaya!, he vuelto a perder mi sombra!
Un beso Mónica.

Max Estrella dijo...

No olvides,niña,que las pequeñas marcas son por reir.Además con estas postales que escribes estás soñando y haciéndonos soñar.Eso es lo que no hay que olvidar de la niñez,de la infancia,la pureza y la frescura que nos lleva a ser mejores y a escribir mejor.Gracias
Besos,Monica
pd.No eres capaz de castigar a Jazz,cuando te pone ojitos de pena,ja,ja...a que no?no la castigues con un tironcillo de orejas quizás valga,seguro que ya te tiene tomada la medida.
más besos

Mónica dijo...

Ciao,

Ardiel, gracias por el enlace, yo también puse un cordel en tu puerta para encontrar antes el camino a tu casa. Genial tus canciones (hacerle una visita a su página merece la pena leerle y sobre todo escucharle)

Alfredo, conservar la mirada y sobre todo hacer lo imposible por no perderla. Otros besos para ti,

Gabi, no pierdas la sombra que luego te la tenemos que volver a coser, la cuestión es dar trabajo...

Max, no sabes lo que me conocer Jazz, sabe más que los ratones coloraos...
Un beso,

Mrmann, bienvenido, estás en tu casa, pásate siempre que te apetezca y no dudes en leerlo.

Besos para todos y también para los calladitos,

Mónica