jueves, mayo 10, 2007

TRASTOS

Desde que nacemos vamos de manera, no sé si consciente o inconsciente, acumulando cosas. Creo que “cosas” esa horrible palabra que no define nada en concreto y lo abarca todo, es la más acertada en este caso.
El hombre tiene una especial predilección por no tirar nada. Guarda en cajones, cajas y cajitas los trastos más absurdos y si no, los colecciona. De vez en cuando se mueven, se escapan de su limbo y aparecen. Son esos momentos en los que nos creemos poseedores de una memoria privilegiada y mágica y recordamos momentos, vivencias y épocas mientras revisamos y nos emocionamos con objetos de otros tiempos.
Diría que existen diversas categorías en los guardianes de trastos. Están los que guardan todo porque puede servir para algo, no ahora, como es obvio, pero quizá en un futuro... Las modas vuelven y rezan y desean que en algún momento puedan volver a calzarse sus plataformas o ponerse la cazadora de ante curriña y con cuello de tira.

Los sentimentales suelen ser adictos a las cajas. Dentro de éstas puedes encontrar desde compulsivas montañas de fotos, la entrada de esa película, el papel del caramelo del día que el hombre aún sin barba le besó o cartas de amor.
Otros coleccionan de todo, desde buhos que mandan traer de todos los paises, viajes y escapadas al pueblo vecino, pegatinas que con el tiempo se amarillean y ni pegan, hasta perfumes en minituara que terminan en rincones sin memoria.

Sin llegar a ser un experto guardián de trastos, el que más o el que menos encierra en un cajón ese objeto, porque le da pena, porque le tiene cariño, como a esa roñosa camiseta de dormir, o porque sí.
Alguién debería psicoanalizar nuestra costumbre de acumular objetos que sabemos que nunca vamos a volver a utilizar. Es como un no permitir que fases de nuestra vida queden en el olvido. Y es algo estúpido. La memoria recuerda de una manera mucho más latente de lo que creemos lo que le interesa y le sale de las narices, lo que adora y lo que odia. Por muchas cartas que guardemos de aquel que nos mató a medias. Del que matamos del todo en otros tiempos. No podemos retroceder para rematarle o hacer que no nos destroce en cuatro trozos.


No volveremos a usar ese viejo ventilador las tardes en las que el calor apriete. Cogeremos el mando del aire acondicionado y daremos al botón. Y éste seguirá en la habitación de los trastos. Porque en infinidad de ocasiones tienen su propio cuarto. Su propio espacio. Un espacio lleno de objetos que por diversos motivos nos resistimos a dejar vacío.

30 comentarios:

Unknown dijo...

Mónica querida, me ha hecho gracia, porque yo guardo hasta el último papel absurdo siempre por si acaso. Supongo que es una manía, pero me cuesta horrores tirar nada. Un beso,
V.

CONSCIENCIA dijo...

Hola Moni ! este comentario no tiene nada que ver con el post .....pero como le hago para conseguir una copia de su libro? . Obviamente yo lo compraria ....sabe Ud si lo puedo comprar en amazon?

Mónica dijo...

Vaya vaya, amigo poeta, así que eres de los que tienen un master en experto en trastos... Yo soy de las románticas, de las cursis sin remedio, un día tendré que empezar a tirar algo.
Besos

Mari Carmen, los libros sí que deberían tener su cuarto propio. En mi casa familiar siempre hubo una habitación sólo con libros, una mezcla entre salita y biblioteca. Ahora yo sola con mi desastre de vida a cuestas, tengo en cambio una maravillosa habitación llena de trastos. Y no sabes cuánto echo de menos esa habitación biblioteca de mi infancia.
Besos

Mónica dijo...

Consciencia, saldrá dentro de muchos meses. Pero sí pienso que se podrá conseguir por Amazon y si no, ten por seguro que de alguna manera te lo haré llegar, me encantará que lo leas. Pero eso ya lo sabes.

Un abrazo

Fernando Alcalá dijo...

No sé si es casual o no que ayer por la tarde nos asaltara el mismo tema al lado de unas cervezas.

El poeta del grupo decía que los escritores somos precisamente los raros de la familia, los que coleccionan piedras y se emocionan con esa pieza de cuarzo de la que nadie ha oído hablar y que guarda cajones y cajones de piedras de los más diversos tamaños y colores.

Mi novia, que es psicóloga, decía que la gente que lo guarda todo son los perfeccionistas. Los perfeccionistas son tan cautos, quieren estar tan bien preparados para el futuro que les aterra tirar cosas, no sea que sean útiles dentro de algunos años.

Y yo no sé si soy escritor, coleccionista de piedras, perfeccionista o novio amantísimo. Lo único que sé es que no tengo ni idea de qué hacer con mis cajas.

Ni mi madre tampoco. Está deseando que me independice para que me las lleve (junto a la pila de libros). Pero, eso sí, volviendo a casa para comer, cenar y dormir.

Madres...

Cristian M. Piazza dijo...

Siento que la influencia de alguno de mis post y ciertas similitudes de vida te han llevado a este escrito. Por momentos era un espejo de lo que fui hace unos años: entradas de cine, todas las cartas de mis novias en orden cronológico, fotos, postales, entradas de conciertos y paremos de contar. Como sabes todo se confinó en cajas por tiempo (que parecía) ilimitado, hasta que volví a las cajas, con otros años y con otras intenciones y me separé de muchas cosas, incluso de libros (cosa inimaginable, blasfemo si alguien me lo sugería). Sigo acumulando cosas en menor escala y por menos tiempo, pero me quedé con los libros y la música que aun reverberan en mi vida. Supongo que aprendí algo más sobre la impermanencia (All things must past).

Mil besos

Fernando dijo...

;);)..yo no sólo trastos...recojo cajas bonitas que no sé para que...compro todos los libros de las colecciones, los discops, los dvd...soy un coleccionista nato...y me intento moderar que si no..besos

Mónica dijo...

Madres, Ferlocke, que suelen protestar cuando estás y agarrarse a tus cajas llenas de nostalgia cuando ya te has ido. Por experiencia.
Tú vete guardanado muchos trastos, que ya verás en la primera mudanza como muchos desaparecen. A veces uno se vuelve algo más práctico aunque sólo sea porque no le queda otra.
Me ha hecho gracia la teoría de los perfeccionistas. Aunque yo pensaba que sería precisamente lo contrario, los que no guardan nada. Fíjate tú...

Un abrazo





Un abrazo

Mónica dijo...

Cristian. Seguro, soy de las que suele soñar con los sucesos que han ocurrido horas antes, o las últimas conversaciones que he mantenido. E infinidad de veces sobre todo aquí, escribo dormida, así que juntando este conjunto de circunstancias es muy probable.

Tu blog como te dije y el de Ixchel (cuaderno de silicio) descubiertos hace poco, son en muchos momentos una caja de sorpresas, porque en cierto modo salgo yo misma. A pesar de estar en el quinto pino... Curioso.

Yo aún guardo una carpeta llena de entradas de conciertos, no pienso ni aunque me torturen tirar mi entrada de Los Ramones, Bob dylan, tres o cuatro mil de Calamaro y Los Rodriguez y los miles de conciertos por los que me dejaba el dinero de todo el mes y que he disfrutado de gente grande.

Baci

Mónica dijo...

Fernando, Fernando, que hemos dado con el rey de los guardianes de trastos. Así que coleccionista compulsivo...
Yo convivo con uno de los de "por si acaso", y cualquier día me trae a casa todo un contenedor.

Un abrazo

Actor Secundario Bob dijo...

Me ha gustado este post. Me ha sido muy ameno y tienes toda la razón.

Me ha hecho recordar a un baúl que tengo, donde guardo todos mis trastos... ¡qué recuerdos! Gracias y te sigo leyendo!

Saludos de Actor Secundario Bob, crítico de blogs.

Adrià dijo...

Hummmm.... casi mejor me callo por que en mi mini estudio musical tipo Zulo, vivimos yo y entradas de conciertos, carteles promociónales, aquella pedalera que tengo que reparar, un I-dog que mueve la cabeza y enciende luces cuando toco la guitarra (además tiene criterio el muy Perro!) mi primera guitarra eléctrica talla "cadete" que se desafina con solo abrir la cremallera de la funda, cables, cables, clabes (alguno he llegado a sospechar que se reproduce..) 3 micros uno que no funciona, uno que nunca funciono y uno que mejor no conectarlo por decencia humana...

Y digo yo que los podría tirar, pero me miran de esa manera...

Mónica dijo...

Gracias Bob, como verás el que más o el que menos guarda sus propios trastos.
Un saludo

Mónica dijo...

Adrià, no esperaba menos de ti... Y ni se te ocurra tirar nada. Tienen su vida propia. Sería una crueldad, e imagina por un momento que resulten ser tus musas particulares que en vez de revolotear por tu estudio, han tomado forma de cables y se han quedado apostadas por todos los rincones.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Yo acumulo papeles con anotaciones y artículos de revistas, fíjate que absurdo. Mi estudio parece a veces una hemeroteca desordenada e inútil, pero es que soy incapaz de tirar nada por culpa de los remordimientos que me embargarán si lo necesito algún día.
Un saludo.

Sara dijo...

Culpable!!! Cada vez que me pongo a rebuscar encuentro cosas que ni siquiera recuerdo haber guardado, pero que están ahí. Pertenezco a esa raza que todavía conservaría los zapatos de la primera comunión si mi madre no los hubiera tirado...

Supongo que todos tenemos un poco el síndrome de Diógenes.

Un beso

Anónimo dijo...

Justo el día de hoy no trabaje, hoy lunes y me di a la tarea de hacer limpieza y Feng Shui y tal. ¡Lo que guarda uno..! estoy asombrada y son las 7:35 empecé a la 11:00 am y no puedo terminar.

Pero eso si cartas de viejos amores, fotos y recuerdos ¡muchos!
Saludos nena.

Mónica dijo...

Gregorio, yo antes también era adicta a guardar cualquier entrevista que me impactaba. Seguro que dentro de su caos, tu estudio tiene su orden particular.
Un saludo

Sara, me parece que si se celebra un juicio seríamos todos culpables.
La verdad es que según va confesando el personal sus manías, me doy cuenta que guardo muchísimos más pingos de los que pensaba. Y en casi todos vosotros me veo reflejada. Así que estoy empezando a aterrorizarme a mí misma...

Un abrazo.

Mónica dijo...

Ixchel, en mi casa antes sí, pero ahora con Jazz, la cocker tricolor soltando pelo a todas las horas del día, creo que lo del Feng shui es una utopía.
Y por favor, tú no tires ni una foto jamás!

Besos

Yuria dijo...

Cierto, Mónica. Pero qué sano es tirar. Desde hace un tiempo me he aficionado a "comprimirlo" todo, jaja, que ocupen las cosas el menor espacio posible. Es el modo de declararle la guerra a mi desorden innato.

Un gusto conocerte.

María Paz Díaz dijo...

Me ha pasado que había creído tirar algo y después lo he vuelto a encontrar en algún cajón, tan fuerte es el apego que tengo a algunos recuerdos.

. dijo...

"Si Vuelves...Te Contaré un Secreto...."....mmm...¡cómo me ha pegado el título de tu nuevo libro!!....cosas por als que una pasa....vió?...jeje...y leyendo.... tu post Trastos...bueno...me sentí re-identificadaaa!! jajaja...yo guardo..toodoo..papeles, papelitos...objetos, onjetitos... diarios...diaritos....(son toda una relliquia históricaa!! jeje)....bueno..todo.... y sip...de vez en cuando me agarra esa melancolía...y bueno..que vuelvo a revolver...y de alguna forma a "torturarme"...con algunos momentos felices.... y a reirme de otros....una mezcla de todo...je...y lo que más me gusta...son mis cartas, cartas de mis viejos, de mis amigas...porque por vueltas de la vida...estamos ...a veces...sólo a veces... algo distanciados...y en épocas de internet...pero sin internet... de celulares, pero sin sms... nos encantaba ecribirnos...cartas...con mis amigas...pero bueno...eso...ya quedó todo en la caja de los recuerdos...
Besotes y Felicitaciones por tus libros!!

Caminar sin gluten dijo...

Hola Mónica, somos los “guardadores de cosas”, si aquí, nuestra casa se ha quedado pequeña, somos unos verdaderos “guardadores” de libros (dentro de poco compraremos el tuyo), recuerdos, fotografías, y mil cosas más.

Tanto es así, que ya estamos un poco desesperados y algún día tendremos que cerrar los ojos y hacer una limpieza de “cosas” sin llorar.

Muchos besos.

Ana y Víctor.

Mónica dijo...

Arena, lo de comprimir es peligrosísimo. Ya verás cuando te toque empezar a abrir cajones...
Un saludo

El color, no hagas como yo, que me tiraban cosas y salía a buscarlas a la basura. Nadie entendía como semejante cantidad de pingos aparecían una y otra vez.
Un abrazo

Luna de abril, muchas gracias. Me alegro de que te guste el título. Sobre los trastos ya ves que todos estamos por un estilo, nadie parece salvarse, al menos hasta el momento. Bienvenida.
Un saludo

Vaya, vaya, otros expertos en el arte de guardar.No esperaba menos de vosotros. Gracias por lo del libro, uff, qué ganas que tengo!
Un abrazo familia

Gonzalo Villar Bordones dijo...

hoy me siento como un trasto. Pero claro, uno bueno.

Antonia Romero dijo...

Lei en no sé qué libro que lo mejor era meter en una caja lo que no sabemos dónde meter. Depués ponemos la fecha de cinco años a futuro y si en esos cinco años no hemos abierto la caja, cuando llegue la fecha marcada, debemos cojer la susodicha y llevarla al contaniner sin abrir.

No soy capaz de superar la curiosidad.
Tengo que abrirla...

Besos

Mónica dijo...

Gonzalo, pues que dure y aunque sea un trasto malo, tampoco pasa nada.
Un saludo

Mónica dijo...

Antonia, eso es de lo más cruel! Aunque soy tan patética que me has hecho recordar que de cría (y no tanto) guardé con mis amigas en un sobre "predicciones sobre nuestro futuro amoroso" que no debíamos abrir hasta pasado no sé qué burrada de tiempo. Total que se nos olvidó, pero un día en una mudanza ese sobre salió, ni una, pero ni una dimos...

Un abrazo

Anónimo dijo...

Yo guardo revistas del año de la pera y también papeles, nada más (y nada menos). De mi cartera, en vez de billetes, puede salir un recorte de un periódico de hace quince años que me encantó, una hoja de papel con una frase de Henry Miller, James Joyce o de cualquiera que haya escuchado en la radio y haya apuntado en una servilleta de bar, o un calendario del año de mi primera (y única) comunión. De todo menos dinero.
Saludos

Anónimo dijo...

Yo guardo un muñequito de play movil, fue mi juguete preferido de la infancia, y me niego a tirarlo, le tengo mucho cariño. Seguramente
en algún momento lo haré, por ahora no.

Saludos