viernes, junio 17, 2011

CAFÉ sin LECHE

El café me ha dicho con gesto de comadre que las calles están llenas de ladrones de besos y no hay delito ni pena marcada para ellos. "La justicia es sabia a veces". Le he contestado. Pero seguía mascullando: "Lo mismo pasa con los robadores compulsivos de lápices de IKEA..." Lo ha dicho mirando con desprecio mi bolsillo. Acaricio la madera, sus puntas afiladas y me trago ese café amargo de un trago.







Esta mañana el café tenía acento argentino. Pero no de tango roto o sensual. Todo eran preguntas sin respuesta. No he podido tomármelo. Era como tragarse a Mafalda. Un interrogante atascado en la garganta. Antes de irme le he puesto la radio diciéndole que no abriera la puerta a nadie. No esperaba menos cuando he oído su vocecita: Che! ¿Y si es la Felicidad?


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Te leo y...me gusta.

Anónimo dijo...

Le haré a una amiga mía que lea este escrito tuyo. La última frase es lo que quiero preguntarle: ¿y si es la FELICIDAD?

Mónica dijo...

La eterna pregunta que todos nos hacemos, al menos yo sí, cada vez que suena un timbre alrededor. Por si acaso es mejor abrir.

Anónimo dijo...

La felicidad, por desgracia, no llama. Al menos eso creo yo...más bien tienes que encontrarla entre el barullo de timbres que suenan alrededor.
¡Ah...! Te leo y me gusta.

Duncan.

Francisco Domene Moros (Pakito) dijo...

Precioso!
Perdonadme me meta en vuestra conversación; la Felicidad, Duncan , la Felicidad siempre pide permiso para pasar, otra cosa es que la oigamos --o la queramos oir--.